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Las Meigas en la Función del Voto

Desde hace algunos años y hasta la infausta llegada al Ayuntamiento de los rencorosos sectarios de la marea que, en su afán destructor de la historia y tradiciones de la ciudad, la suprimieron, las Meigas, han tenido el alto honor de participar en los actos que el Ayuntamiento organizaba con motivo de la tradicional Función del Voto que, en honor de Nuestra Señora del Rosario, Patrona de La Coruña, se celebra el domingo más próximo al 8 de mayo. Ese día, la Corporación Municipal presidida por el Alcalde y encabezada por el Pendón de la ciudad, escoltados por la Policía Municipal con sus uniformes de época correspondientes a la Milicia Urbana (1763) y a la Milicia Urbana (1808), con las Banderas históricas de las Alarmas y la Milicia, Maceros, Heraldos, Timbaleros y Clarineros, se dirigen, en vistosa comitiva, al Convento de Santo Domingo para renovar el Voto que la ciudad hiciera a su patrona en 1589 con ocasión del asedio del Ejército y la Armada inglesa al mando del Almirante Drake.

Se trata de un acto oficial de la ciudad al que asisten las primeras Autoridades civiles y militares de La Coruña y al que cada año se suman numerosos coruñeses recordando aquella fecha histórica. Durante muchos años, la Función del Voto formaba parte del programa de las Fiestas de María Pita, celebrándose el primer domingo de agosto en la iglesia de San Jorge, pasando, más tarde, a Santo Domingo al ser este templo el custodio de la Patrona. Siendo Francisco Vázquez Alcalde de La Coruña, tomó el acuerdo de que esta celebración se trasladase al domingo más próximo al 8 de mayo, fecha en la que se celebra actualmente.

Fue el 8 de mayo de aquel año de 1589 cuando un grupo de Cofrades del Rosario rogó a la Virgen para que mediase, evitando que la ciudad cayese en manos del invasor. En aquel primer Voto, los cofrades, hicieron solemne promesa ante Dios, en nombre de toda la ciudad y sus moradores que, cada 2 de julio, fiesta de Nuestra Señora de la Visitación – la Octava de San Juan—, celebrarían vísperas y sacrificios, confesarían y comulgarían, realizando, el día que se liberase el cerco o a lo sumo al siguiente, una procesión general de disciplinantes.

Finalmente, atendiendo esta súplica, el cerco se levantó y la flota inglesa, sin lograr su objetivo, abandonó la ciudad tras unos duros combates en los que destacó, sobremanera, la heroína Mayor Fernández de la Cámara y Pita, la popular María Pita, que desde entonces representa el arrojo y valentía de la mujer coruñesa.

Durante siglos, con alguna salvedad siempre motivada por idénticas razones, el Voto se ha renovado anualmente, Alcalde tras Alcalde, llegando hasta nuestros días aunque, como se ha dicho, con la llegada al Ayuntamiento de los sectarios, rencorosos e incompetentes de la marea, esa marea negra que, desde 2016, ha ensuciado La Coruña, se ha dejado de celebrar en ese afán de estos dictadorzuelos de cargarse todo lo que guarde relación con la historia y tradiciones de nuestra ciudad, el alma de La Coruña.

El Voto es, por encima de cualquier otra significación, el recuerdo y la evocación de un hecho histórico que marcó el devenir de la ciudad y sus gentes; un hecho que puso de manifiesto ese afán de libertad de los coruñeses que, al lado del Ejército, supieron defender nuestras murallas o lo que es lo mismo, sus casas y sus bienes, incluso hasta perder la vida, evitando así caer en manos del invasor.

El Voto, al igual que en otras ciudades españolas, forma parte de ese patrimonio inmaterial que, merced al devenir de la historia, atesoran villas y urbes formando parte de su tradición inveterada que las Autoridades tienen la sagrada obligación de conservar, les guste o no, crean o no crean, ya que no es algo que les pertenezca, es un bien de toda la ciudad y de los que vivimos en ella e incluso de los que han vivido aunque ya no estén con nosotros y de los que vivirán en un futuro.

Por ello, para las Meigas ha constituido un alto honor asistir a este acto cada vez que el Alcalde las ha invitado a ello, conscientes que eran herederas de aquellos otros coruñeses de 1589 y depositarias de una tradición que a todo trance hay que conservar.

No se trata pues, evocando un afán desmedido de un absurdo laicismo, de hacer desaparecer algo que forma parte de la historia escrita por otros, escrita a sangre y fuego por otros que creyeron que la mejor manera de defender la ciudad era dando la cara en lo alto de las murallas, aun a riesgo de perder la vida, o volviendo el rostro a la imagen de la Virgen para que mediase por su protección; se trata de velar por las tradiciones y su continuidad ya que nadie está legitimado para hacerlas desaparecer.

Las Meigas han tenido el honor, unas vistiendo la Mantilla Española y otras el Traje Regional de Galicia, de sumarse a ese cortejo multicolor que recorre cada mes de mayo las calles de la Ciudad Vieja coruñesa; han tenido el honor de postrarse ante la imagen de Nuestra Señora del Rosario, Patrona de la ciudad, para rogarle que nos siga protegiendo a todos, incluso a los que, por oscuras razones, quieren hacer desaparecer este acto y, en algunas ocasiones, la Meiga Mayor y la Meiga Mayor Infantil han acompañado al Alcalde a depositar ante el monumento a María Pita, paradigma del valor y del heroísmo coruñés, una corona de laurel.

Pese a su supresión oficial, las Meigas han estado presentes, cada año, en los distintos actos organizados, a nivel particular, para rememorar este episodio trascendental en la historia de nuestra ciudad, como una forma más de que las Meigas se identifiquen con la historia de su ciudad, que conozcan trances difíciles vividos por sus antepasados en otros momentos ya lejanos y que tributen un homenaje de respeto y recuerdo a aquellos que, con toda generosidad, supieron dar sus vidas defendiendo a La Coruña y a sus gentes.

Estamos seguros de que, tras haber echado del Ayuntamiento a estos sectarios incompetentes, y vuelvan a gobernarnos personas normales, amantes de La Coruña, de su historia y de sus tradiciones, respetuosos con la libertad, la Función del Voto volverá a representar un hito en la vida de la ciudad, recuperando el esplendor que le corresponde. Entonces, de nuevo, estarán ahí las Meigas, como han estado siempre, para recordar una memorable gesta que, en un lejano 1589, protagonizaron coruñeses, hombres y mujeres, sin distinción de clase, que supieron defender la ciudad contra el invasor.

José Eugenio Fernández Barallobre.