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A LO QUE SE VE, SIMPLEMENTE NO EXISTIMOS

Durante estos días de agosto hemos visto, en distintos programas de las diferentes Cadenas publicas y privadas de televisión, referirse a las fiestas que se celebran a lo largo y ancho de España en ciudades y pueblos.

Por esas noticias hemos sabido de grandes conciertos, festivales de música, representaciones teatrales, espectáculos de ballet, grandes sesiones de fuegos artificiales, romerías, procesiones, etc., celebrados por doquier. Han hablado de grandes ciudades pero también lo han hecho de pueblos que para encontrarlos hay que recurrir a los mapas del Servicio Geográfico Militar donde aparecen todos los topónimos por muy pequeños que sean. Han hablado de unos y otros, sin embargo ni una sola mención a La Coruña, ni una.

Ni sus «grandes fiestas», ni sus «grandes conciertos», ni su » grandiosa batalla naval» e incluso, ni tan siquiera el Teresa Herrera, con el ser del decano de los Trofeos veraniegos españoles, han merecido ni un segundo de atención por parte de la televisión. Parece que, a lo que se ve, simplemente no existimos.

Creíamos que había una Concejalía de Turismo, incluso un organismo, TurismoCoruña, encargado de difundir la ciudad fuera de nuestras fronteras. Con tristeza vemos que no es así; aquí no hay nada, la ciudad ha sido abandonada a su suerte por los que la gobiernan a quienes les da igual su economía, su prosperidad, su proyección de futuro. Nos hemos quedado como varados en un mar oscuro y tenebroso, envueltos en una marea negra.

Nadie se acuerda de nosotros. Incluso, el otro día, paseando por la Ciudad Vieja, nos topamos con una familia andaluza que la estaba paseando. Ante nuestra sorpresa les escuchamos decir «vámonos que ya nos han dicho en la Oficina de Turismo que aquí no hay nada para ver, tan solo pasear». Por supuesto que intervinimos para decirles que estaban errando y que quien les había facilitado tan falaz información mentía. De seguido le hablamos de iglesias, plazuelas, del Jardín de San Carlos, del Museo Militar, etc., diciéndoles que eran lugares que merecían la pena ser visitados.

Desconocemos si aquel comentario estaba exagerado, si bien aquella gente no tenía motivo alguno para mentir pues de hecho hablaban entre ellos.

En fin que encima de no estar, hasta los que tienen que vender la ciudad a los que nos visitan lo hacen mal. ¡El colmo! ¿Hasta cuando?

 

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