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NO TENEMOS BELEN PERO TENEMOS BOLON

Al parecer la gran bola de luz colocada en la Avda. de la Marina, frente a la espalda del Teatro Rosalía Castro, se ha convertido en el paradigma de la Navidad coruñesa; por lo que se ve todo el entramado de estas fiestas que se adivinan próximas pivota sobre este símbolo que, a decir verdad, poca relación tiene con el motivo central de las jornadas que vamos a vivir.

Suponemos que todo forma parte de esa ingeniería socio-ideológica implantada por los podemitas de la marea con su estúpida imagen que quieren proyectar de «ciudad de culturas», con el fin último de alienarnos a todos en su afán por hacer desaparecer las tradiciones más arraigadas.

Sin duda, por eso, el alumbrado que luce nuestras calles en estos días sería perfectamente válido para las fiestas de verano, para el carnaval o para el Oktoberfest, caso de que lo celebrasen. Todo menos lo que pueda evocar lo que realmente vamos a celebrar, el nacimiento, la venida al mundo, del Niño Dios hecho hombre.

Años atrás, en determinadas partes de la ciudad, se colocaban Misterios luminosos que nos recordaban el nacimiento de Jesús; incluso Angeles trompeteros; estrellas; campanas; etc., evocadoras de las fiestas navideñas que a día de hoy prácticamente han desparecido del paisaje urbano coruñés.

Es curioso que en esas «culturas» a las que se refiere esta gente, cada vez que celebran sus fiestas lo hacen enseñoreándose de su simbología, algo que nos parece de lo más correcto y oportuno toda vez que representa realmente lo que quieren celebrar. Aquí, sin embargo, nada nos evoca lo que nosotros vamos a celebrar como lo hemos celebrado siempre, algo que seguiremos haciendo cuando estos populistas sectarios se vayan de una vez para siempre y de ellos no quede ni tan siquiera el recuerdo.

Sabemos que alguien pretenderá afearnos aduciendo que siguen instalando el tradicional Belén en el Ayuntamiento, cuando en realidad con ese gesto solo pretenden lavar un poco la cara,  dar una de cal y un millón de arena, con el fin de acallarnos y que alguno, los bien pensados y los paniaguados, digan «que buenos son estos chicos de la marea», cuando en realidad a lo más que llegan es a sectarios, intolerantes y revanchistas.

Pero hay más, hemos visto el cartel municipal de Navidad. Da pena, es de una tristeza que sobrecoge. ¿Qué hay en él relativo a la Navidad? Nada, solo hay que verlo una vez, y para eso muy por encima, para darnos cuenta ese afán que tienen estos de las «culturas» para alejarnos de la realidad de siempre, de lo que celebramos la inmensa mayoría de nosotros y que no es otra cosa que la venida al mundo de nuestro Salvador Jesucristo.

No celebramos, aunque se empeñen en ello, ningún solsticio, ni tampoco las fiestas de invierno. Celebramos únicamente la Navidad y a quien no le guste que se aguante como nosotros nos aguantamos cuando ellos celebran sus fiestas que, por cierto, respetamos y no pretendemos cambiar.

Ah, por cierto, ahora resulta que se acuerdan de que La Coruña es la Ciudad Meiga, así lo destacan en el stand municipal de la Feria de Autónomos; es curioso, sin embargo la grafía con que lo escriben. Desde 1970 para la Comisión Promotora de las Hogueras de San Juan, su fiesta más destacada, esa que de forma alevosa y artera nos han sustraído estos de la marea, es «A Noite da Queima na Cidade Meiga», todo en gallego pese a estar en los años de la dictadura en la que «no se podía nadie expresar en la lengua vernácula».

En resumen, que un año más, no tenemos Belén pero tenemos bolón.