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SEÑAL QUE CABALGAMOS

La Constitución Española, ley fundamental por la que nos regimos todos los españoles, dice en su artículo 14º “los españoles son iguales ante la ley, sin que pueda prevalecer discriminación alguna por razón de nacimiento, raza, sexo, religión o cualquier otra condición o circunstancia personal o social” y continúa en el punto primero del artículo 16º señalando que “se garantiza la libertad ideológica, religiosa y de culto de los individuos y las comunidades sin más limitación, en sus manifestaciones, que la necesaria para el mantenimiento del orden público protegido por la ley”.

Son, por tanto, dos preceptos fundamentales en los que se recogen derechos que asisten a todo español por el mero hecho de nacer en España y que únicamente pueden tener las limitaciones que establece el Código Penal.

Creemos, por ello, que lo que desde mayo de 2015 viene aconteciendo con la Asociación de Meigas de las Hogueras de San Juan conculca claramente estos principios al ser notoriamente discriminadas no sabemos si por razón de sexo, al ser todas sus integrantes mujeres, o por causa de que la ideología no se ajusta a la llamemos “oficial” de la ciudad.

En estos más de dos años del gobierno de la marea la Asociación de Meigas, sus objetivos e incluso sus componentes se han visto vejadas e insultadas de forma reiterada utilizando para ello desde las manifestaciones de algunos de los miembros del gobierno municipal en los Plenos hasta las mentiras reiteradas y la mofa constante en redes sociales e incluso en algún medio de comunicación afín a los que dirigen La Coruña.

Es un hecho innegable que si las Hogueras de San Juan coruñesas, su Noite da Queima, ha llegado a las cotas alcanzadas se debe, en buena medida, al trabajo de esta Asociación y de la Comisión Promotora de las Hogueras de San Juan que le precedió en las tareas organizativas de la fiesta de las HOGUERAS.

Es absurdo pensar, y quien lo hace demuestra absoluto desconocimiento de la norma vigente, que el simple hecho de reunirse unas miles de personas en los arenales de Riazor y Orzán sea motivo suficiente para que una celebración logre llegar a ostentar el título de Fiesta de Interés Turístico Internacional. Basta con ojear el Boletín Oficial del Estado para contrastar este aserto.

La fiesta, y la fiesta total mucha más, va más allá de ese simple hecho ya que de ser así la celebración quedaría limitada a aquellas personas que optasen por vivirla de la manera descrita quedando fuera de este arco todos aquellos que por razón de edad, de movilidad o simplemente en el ejercicio de su libertad, no deseasen bajar a las playas en la noche de San Juan.

Todos sabemos que en España la fiesta suele estar asociada, bien como objetivo primario, bien como consecuencia colateral, al culto a la gastronomía; de hecho son muy pocas las fiestas que, de una u otra forma, no guardan esta íntima relación.

Sin embargo, si hacemos abstracción de las llamadas “fiestas gastronómicas” cuyo objetivo primario es potenciar determinados productos propios de la comarca donde se celebran, el resto persiguen otros objetivos sin los cuales esas fiestas no tendrían razón de ser.

Sirva como ejemplo una de las más famosas internacionalmente hablando, los “Sanfermines”. ¿Alguien puede creer que si a estas fiestas le eliminamos sus corridas de toros, sus grandes conciertos, la salida de Gigantes y Cabezudos, los fuegos artificiales, los actos culturales, las comitivas y procesiones que conforman su programa, tendrían la popularidad de la que gozan hoy en día?, ¿alguien puede pensar que por el simple y único hecho de correr delante de un toro, sin más, serían muchos los que recorriesen miles de kilómetros para plantarse en Pamplona la primera decena de julio?

Pero esto es aplicable a todo lo demás. Desde las Fallas de Valencia hasta las fiestas de Moros y Cristianos, pasando por las Hogueras de Alicante, los Cartagineses y Romanos e incluso el Festival de Ortigueira.

Todas estas fiestas conjugan una serie de actividades cuyo fin único no es comer y beber aun cuando como lógica consecuencia se coma y se beba, incluso en abundancia. De esta forma, al haber actos para todos, todo el mundo tiene cabida y a eso se llama “fiesta total” ya que puede participar la totalidad de la población independientemente de su edad y condición física y la localidad donde se celebra vive un sentimiento de fiesta.

Pues eso es precisamente el aporte de la Asociación de Meigas a la fiesta de las HOGUERAS, un conjunto de actividades de carácter cultural, social y popular que aspira a dar cobertura a los intereses de todos aquellos que no se limitan a comer sardinas y churrasco en las playas la noche de San Juan por muy loable que esta actividad resulte.

Sin embargo, desde el principio, desde aquel mayo de 2015 en que llegaron al Ayuntamiento, esta otra opción la desecharon y para ello se sirvieron de insultos, mofas, mentiras y total discriminación, con el único fin de eliminar a la Asociación de Meigas del panorama festivo ciudadano.

Pero hay que preguntarse los motivos y causas de este constante ninguneo. Es mentira que la Asociación de Meigas ofendiese al Alcalde en momento alguno ya que jamás, nunca, mantuvieron una reunión con él que ni tan siquiera las recibió.

Se reunieron eso si con alguno de los Concejales del grupo de gobierno que les manifestaron estar de acuerdo y secundar aquel apelativo de “mujeres florero” que en un Pleno le dedicó una individua que forma parte del gobierno municipal. Lógicamente, cualquiera con un poco de dignidad, ante semejante actitud se levantaría de la reunión como así hicieron ellas, ¿es que los de la marea no harían lo mismo si el sujeto pasivo de la ofensa fuesen ellos?

Esa persecución constante a la que se ve sometida la Asociación de Meigas desde el minuto uno de la llegada de la marea al Ayuntamiento se debe, exclusivamente, a discrepancias ideológicas, a no estar de acuerdo con los dictados y con la política excluyente demostrada a lo largo de estos más de dos años de mal gobierno.

Todo parece indicar que la eliminación de la Asociación de Meigas del panorama festivo de la ciudad era un objetivo que venía de lejos, algo que ya tenían previsto antes de encaramarse al gobierno municipal en mayo de 2015. ¿Cómo explicar sino que sea a la Asociación de Meigas a la única que se le prohíbe de forma expresa quemar su Hoguera en la noche de San Juan o celebrar su cabalgata que, por otra parte, solo sirve para enriquecer la fiesta?, ¿es que hay quien duda que desde que la cabalgata y la comitiva del fuego de San Juan fueron suprimidas y se mermó la sesión de fuegos, son muchos los coruñeses que han dejado de bajar al Paseo Marítimo la noche del 23 de junio? No hay más que ver las fotografías para comprobarlo.

En política, como en todos los órdenes de la vida, hay que sumar, no restar que es precisamente lo único que sabe hacer esta gente aun cuando ahora, que ya han empezado a trabajar la campaña electoral de 2019, pretendan mostrar la piel de cordero, la cara más amable para volver a engañar a los votantes. Esperemos que esto no suceda y que La Coruña haya aprendido la lección para siempre.

De todas formas hay un viejo dicho de uso común que dice “dejad que hablen de mi aunque sea bien”; así que mejor que sigan hablando, que sigan sacándonos a relucir en los plenos incluso con informaciones sesgadas que faltan a la verdad, es señal que cabalgamos.

 

 

 

 

 

 

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