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El año en que nos visitó el Juan Sebastián Elcano

Si nuestra querida Armada dispone de un buque señero que ha llevado el Pabellón nacional por todos los mares del mundo, como el mejor embajador de España, este es el Buque Escuela “Juan Sebastián de Elcano” (A-71).

Botado en Cádiz el 5 de marzo de 1927, realiza su primera singladura de instrucción el 19 de abril de 1928 y a partir de ahí, este bergantín-goleta, se ha convertido en todo un símbolo de España y de los españoles.

Pues bien, aunque pueda sorprendernos y pese a la estrecha vinculación de la Armada con nuestra ciudad, el “Juan Sebastián de Elcano”, tan solo recaló en una ocasión en el puerto coruñés y esta fue durante los días 21, 22 y 23 de junio de 1999, días centrales de aquellas HOGUERAS últimas del siglo XX.

Por supuesto, la arribada de este singular buque a nuestro puerto fue un hecho que no pasó inadvertido para nadie y mucho menos para la Comisión Promotora de las Hogueras de San Juan, como veremos en los siguientes renglones, al coincidir su presencia en la ciudad con la noche del 23 de junio.

Sin embargo, creo que es mejor comenzar la historia desde el principio.

A inicios de enero de aquel año, el entonces Comandante Militar de Marina de La Coruña, el Capitán de Navío Juan Carlos Salazar Camarero, me convocó a su despacho en el edificio de la avenida de Alférez Provisional, para comentarme la posibilidad de implicar, al menos a una parte de la dotación de Caballeros Guardiamarinas, en alguno de los actos que celebraríamos en aquellos días centrales de las HOGUERAS.

Trasladada la idea a la Junta Directiva de la Comisión, se valoró de forma muy positiva y por unanimidad se aprobó iniciar gestiones para que aquel proyecto se convirtiese en una realidad, al constituir para nosotros un honor poder ejercer de anfitriones en un acto en el que participasen los futuros Oficiales de nuestra querida y gloriosa Armada.

Tras darle muchas vueltas al asunto, finalmente se optó por invitar a una comisión de Guardiamarinas a una cena de gala que celebraríamos en la noche del 21 de junio y así se lo hicimos saber en escrito que cursamos al Almirante Jefe del Estado Mayor de la Armada quien, en unos días, nos respondió agradeciéndonos la invitación y aceptándola con sumo gusto. De aquella forma, quedaba sellado un pacto de honor entre caballeros que no se quebrantaría por nada, como veremos seguidamente.

Los días fueron pasando y, poco a poco, el programa de las HOGUERAS-99 se fue ultimando, incluyendo la cena de gala de la noche del 21 a la que asistiría una comisión de los Caballeros Guardiamarinas embarcados en el “Juan Sebastián”.

Debió ser a principios de mayo cuando, estando en mi puesto de trabajo, recibí una llamada de nuestro buen amigo e inolvidable Alcalde, Francisco Vázquez, quien me comentó su deseo de organizar un acto en la plaza de María Pita, en la jornada del 21, en el que participaría la dotación de Alumnos del Buque Escuela e interrogándome sobre la posibilidad de trasladar nuestra invitación, prevista para ese día, a otra fecha.

De inmediato me pregunté a que podía deberse que el Alcalde en persona me llamase para comentarme todo aquello. Sin embargo, no había que darle muchas vueltas para obtener una respuesta lógica. Supongo que algún tiempo antes, el primer edil coruñés, remitiría un escrito al Almirante Jefe de Estado Mayor de la Armada cursándole la pertinente invitación para el acto que pensaba organizar, obteniendo como respuesta que la Armada ya había comprometido su palabra con la Comisión Promotora y que no era factible aceptar una nueva invitación, salvo que nosotros cambiásemos la fecha. Circunstancia esta que pone de manifiesto, una vez más, el alto sentido del honor de las gentes de nuestra Marina de Guerra.

Por supuesto, tras hablarlo con nuestro Alcalde, encontramos una solución al asunto y tomamos la decisión de cambiar la cena prevista para el día 21 por un vino español a celebrar en la noche del 23, nuestra Noite da Queima, pese a que tal medida supusiese un grave quebranto para nosotros, especialmente a nivel organizativo.

Así las cosas, el airoso “Juan Sebastián de Elcano”, con sus cuadernas cargadas de historia y sus velas al viento, arribó al puerto coruñés, ante una gran expectación popular, en la jornada del 21 de junio. Un día radiante, que presagiaba una magnífica noche de San Juan, le dio la más cordial y cariñosa de las bienvenidas.

Aquella tarde, como estaba previsto, la plaza de María Pita se vistió de gala para acoger un vistoso y marcial acto de homenaje a la heroína María Pita protagonizado por los Caballeros Guardiamarinas y el Ayuntamiento fue escenario, seguidamente, de una recepción a la que asistieron Fátima García Castro, Meiga Mayor 1999, y sus Meigas de Honor que también fueron invitada al baile celebrado seguidamente en el R.C. Náutico.

Aprovechando el vino español que se sirvió en los salones del Ayuntamiento, las Meigas tuvieron oportunidad de entablar relación de amistad con algunos de los Guardiamarinas, alguna de las cuales, como veremos más adelante, se prolongó en el tiempo.

En la jornada del 22, el Comandante del buque, el Capitán de Navío Constantino Lobo, ofreció una recepción a bordo del barco de su mando en la que también participaron las Meigas 1999 y una representación de la Junta Directiva de nuestra Comisión.

Según me contaron, ya que ni Mª Concepción Astray, Secretario General entonces de la Comisión, ni yo, que, por cierto, nos habíamos casado tan solo tres días antes, pudimos asistir al acto puesto que las obligaciones exigieron quedarnos a ultimar todo lo que estaba previsto realizar en la jornada del 23, día central de aquellas HOGUERAS-99, el abarrote fue de tal calibre que no cabía un alfiler en la cubierta del Buque Escuela.

Por fin, llegó la jornada del 23. Con anterioridad, tras mi conversación con el Alcalde, habíamos tomado la decisión de celebrar la recepción de la noche de San Juan en los salones del Hotel Riazor con el fin de que los Guardiamarinas pudiesen presenciar el paso de la Cabalgata y la quema de la Hoguera desde un lugar que les permitiese ser testigos de excepción de nuestra mágica noche.

Unos días antes, cursamos las invitaciones para el acto, exigiendo esmoquin a los caballeros y traje de fiesta a las damas. Como curiosidad señalar que en esta ocasión fue la segunda vez en nuestra historia que la invitación se cursó a nombre de la Meiga Mayor y no del Presidente de la Comisión como era habitual, pero eso forma parte del anecdotario.

A las nueve de aquella noche de San Juan, el recibidor del Hotel Riazor parecía un auténtico mar de color blanco con todos los Caballeros Guardiamarinas aguardando, como no podía ser de otra manera, la llegada de su Comandante y Oficialidad del Buque para acceder, posteriormente, a los salones donde se celebraría la recepción que incluiría, como colofón, un baile.

A la entrada del salón, Fátima García Castro, Meiga Mayor 99; Ana Fuentes González, Meiga Mayor Infantil y la Junta de Coordinación de la Comisión Promotora, formamos la línea de saludo para recibir a nuestros invitados.

Tras unas palabras de salutación y el intercambio de obsequios, comenzó el acto que se vio interrumpido por la marcha de las Meigas mayores e infantiles para participar en los actos de A Noite da Queima.

Tras discurrir la Cabalgata por el paseo marítimo, quemarse la sesión de fuegos y la Hoguera alegórica, las Meigas regresaron al hotel dando comienzo el baile que inició el número uno de la Promoción con la Meiga Mayor, haciendo lo propio otros Guardiamarinas con las Meigas de Honor y demás invitadas.

La fiesta resultó brillante y de ella guardamos todos un recuerdo indeleble. Alrededor de las tres de la mañana, la orquesta interpretó el Himno Nacional que puso broche de oro al baile y la dotación de Alumnos y sus mandos regresaron al buque.

Al día siguiente, el “Juan Sebastián de Elcano” levó anclas y puso proa a Ferrol llevando a bordo a Lorena García, una de las Meigas de Honor, hecho que constituye el epílogo de esta historia.

En aquellos días, uno de los Guardiamarinas inició una relación de amistad con Lorena, una de las Meigas de Honor, hija de nuestro buen amigo Luis García Cabreros. Aquella relación se trocó en amor, que tuvo reciprocidad en la hermosa Lorena, proyectándose en el tiempo y a día de hoy, ambos permanecen felizmente casados de cuyo matrimonio han nacido tres hijos. El es ya Capitán de Corbeta y su destino lo tiene fijado en San Fernando.

Este año, en una recepción ofrecida por la Armada, a la que asistieron la Meiga Mayor y algunas Meigas de Honor del ejercicio en curso, se les acercó un Capitán de Corbeta que les dijo que un compañero y amigo suyo estaba casado con una Meiga y pasó a relatarles lo que yo acabo de narrar, añadiendo que su compañero se había enamorado de Lorena nada más verla, manifestando que acababa de encontrar el amor de su vida.

De lo que no hay duda es que tanto Lorena como su marido, recordarán para siempre que se conocieron una noche de San Juan coruñesa y que el Santo, que siempre está por el medio, especialmente en su gran noche, hizo, en aquella ocasión, que se cumpliese el deseo que la feliz pareja le demandó.

Una bonita historia de amor tejida a la luz del fuego sanjuanero, por cierto, no la única. El gran sueño de una noche de verano.

José Eugenio Fernández Barallobre.