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El Fuego de San Juan

El origen de este acto, enmarcado dentro de los denominados centrales del programa de las HOGUERAS, hay que buscarlo en aquella experiencia de 1971 en que decidimos trasladar, por medio de relevos, el fuego sacralizado desde la capilla de San Juan de Almeiras, donde había sido encendido y bendecido la mañana del 23 de junio, hasta la Avda. de Calvo Sotelo para que, con él, Ana de Aspe, la II Meiga Mayor, encendiese la Hoguera de aquel año.

Tras aquel primer experimento que, por causas ajenas a los deseos de la Comisión, se abandonó, se perdió, a la postre, lo que podría haberse convertido, desde entonces, en una seña más de identidad de nuestras HOGUERAS.

Ciertamente no es que aquello cayese en el olvido, simplemente quedó aparcado para cuando pudiese hacerse realidad nuevamente, quizás con otros planteamientos, y esta ocasión surgió de nuevo en el 2005.

Aquel año, nos embarcamos en un proyecto del que fue principal muñidor nuestro buen amigo y colaborador Antonio Gundín Fandiño; de él fue la idea de crear el programa que bautizamos como «San Juan Universal».

En esencia se trataba de solicitar nos remitiesen pequeños trozos de madera de diferentes partes del mundo, incluidas otras localidades de España, para quemarlos en nuestra Hoguera y así formar una suerte de Hoguera de San Juan Universal. La idea, además de especialmente simbólica, constituía un nuevo reto para todos nosotros lo que provocó que de inmediato nos pusiésemos a trabajar en ella.

Por medio de cartas a las Embajadas de España y a los diferentes Centros gallegos extendidos por todo el orbe, solicitamos la remisión de pequeños trozos de madera para dar cumplimiento a nuestro proyecto. La respuesta fue más que aceptable y en breve comenzamos a recibir astillas procedentes de los cinco Continentes.

Quisimos, de todos modos, darle un sentido mucho más simbólico a todo el programa y para ello nos planteamos la posibilidad de que esos maderos fuesen ofrecidos, en la mañana del 23 de junio ante la imagen de San Juan y tras su bendición, de acuerdo con el rito católico, poder ser trasladados, introducidos en una arqueta, para luego ser quemados en el interior de la Hoguera.

Fue entonces cuando desempolvamos nuevamente aquella experiencia vivida en 1971. Era sin duda el momento de recuperarla para convertirla en un aliciente añadido a los muchos que, por sí, posee la noche de San Juan.

Nos pusimos de inmediato a pergeñar un proyecto que sirviese a los fines previstos y en unos días surgió lo que llamamos «Encendido del Fuego de San Juan y bendición de maderos» y el ulterior «Traslado del Fuego de San Juan», dos actos diferentes, enmarcados en los llamados Actos Centrales; uno, el primero, dentro del programa de la Víspera de San Juan y el otro en el contexto de A Noite da Queima, siendo clasificados los dos como de 1ª categoría dentro del protocolo de la Comisión Promotora.

El «Encendido del Fuego de San Juan y la bendición de maderos», se celebra a las doce en punto de la mañana del 23 de junio en la iglesia de la Venerable Orden Tercera y está precedido por la formación de la Comitiva de las Meigas que, partiendo de las inmediaciones del Obelisco, llega hasta la plaza de Carlos I donde se encuentra ubicado el mencionado templo.

La Comitiva de las Meigas en esta Víspera de San Juan la forman la totalidad de las Meigas de Honor y Meigas de Honor Infantiles, presididas por la Meiga Mayor y por la Meiga Mayor Infantil; junto a ellas, la Dama de San Juan, la Guardia de Honor de las Meigas, los Corchetes, Heraldos y Heraldillos, que proporcionan un vistoso colorido a la comitiva que va precedida de una Banda de Música.

Esta Comitiva de la mañana del 23 de junio es la más antigua de las que se forman dentro de los actos organizados por la Comisión Promotora ya que se remonta a los años 80 cuando servía para acompañar a las Meigas a la celebración de la Santa Misa Ofrenda a San Juan que tenía lugar esa mañana.

Durante algunos años esta Comitiva estuvo encabezada por la Comparsa de Gigantes y Cabezudos y acompañada hasta por dos Bandas de Música, discurriendo por diferentes itinerarios en función de la ubicación de la iglesia donde fuese a celebrarse la Ofrenda a San Juan.

La formación de la Comitiva se articula de tal forma que inmediatamente delante de la Meiga Mayor, que es la encargada de cerrarla, desfilan los dos Heraldos Grana que portan en sus manos la arqueta en la que van introducidos los maderos que serán bendecidos posteriormente.

Una vez en la puerta del templo de la Orden Tercera, la Meiga Mayor y la Meiga Mayor Infantil son las encargadas de introducirla y colocarla a los pies de la imagen de San Juan que se encuentra situada en el Altar Mayor.

Tras ocupar las Meigas los lugares previamente reservados para ellas, hace su entrada el Sacerdote oficiante de la ceremonia quien, siguiendo el ritual correspondiente, procede a encender y bendecir un hachón situado al lado de la imagen del Santo, así como la arqueta con los maderos procedentes de diferentes partes del mundo. El rezo de un Padrenuestro pone fin a este sencillo acto.

A lo largo del resto de la jornada la llama del hachón ilumina la imagen de San Juan que queda expuesta en el templo para el culto por parte de los fieles.

Por la noche, poco antes de las once, uno de los Vicepresidentes de la Comisión Promotora se acerca al templo para recoger la llama sacralizada, con la que enciende una antorcha, y la arqueta con los maderos. Se forma entonces una vistosa comitiva en la que participa más de un centenar de motoristas con sus máquinas y varios niños que relevándose trasladan, a lo largo de Paseo Marítimo, la antorcha al pie de la Hoguera donde se hacen cargo de ella la Meiga Mayor y la Meiga Mayor Infantil a la llegada de la Cabalgata de San Juan. Previamente, al paso de esta comitiva por la confluencia con la calle del Sol, la arqueta es depositada en una de las carrozas que forman parte de la Cabalgata y en la que se traslada al pie de la Hoguera en la playa de Riazor.

Tras introducir personal de organización la arqueta con los maderos dentro de la Hoguera y una vez disparada la sesión de fuegos artificiales, las dos Meigas Mayores encienden, con el fuego de la antorcha, la mecha de la traca que sirve para que comience a arder el monumento, cumpliendo así el ancestral rito del encendido del fuego purificador en la noche del alto junio.

Las dos fases en las que se divide el denominado genéricamente «Fuego de San Juan» constituyen unos de los actos más vistosos de la jornada del 23 de junio. De una parte, la Comitiva, alegre y colorista, en la que forman las Meigas mayores vestidas con la tradicional Mantilla Española y las infantiles con el Traje Regional de Galicia, aderezado con cofia o mantilla, y de otra la impresionante imagen que ofrece ese centenar de motocicletas recorriendo el Paseo Marítimo, acompañando a la joven que traslada la antorcha con el Fuego de San Juan.

Durante los últimos años ha ido tomando cuerpo, de forma tácita, la idea de que sea la Meiga Mayor Infantil de la edición anterior la encargada de realizar el último relevo, transportando en sus manos la antorcha con el Fuego de San Juan antes de entregársela a la Meiga Mayor y a la Meiga Mayor Infantil del año en curso.

Esta actividad se desarrolló, de forma ininterrumpida, durante ocho años, hasta la llegada al Ayuntamiento de los de la marea que, de forma arbitraria, sectaria y caciquil, se la cargaron aduciendo la coincidencia con otros actos organizados por ellos que, por supuesto, no se celebran.

Ha sido una lástima, que deja bien a las claras la catadura de esta gente, que, por un capricho sectario, se privase al pueblo de La Coruña de la celebración de un vistoso acto que no molestaba a nadie y no suponía un euro de desembolso para las arcas de la ciudad.

Pero, en fin, ya vendrán, a no tardar, tiempos mejores en que esta costumbre, como otras muchas, pueda ser recuperada y así, la noche de San Juan, cientos de motos y un puñado de atletas recorran nuestro Paseo del Alcalde Francisco Vázquez, con plena libertad, para disfrute de todos los coruñeses.

Eugenio Fernández Barallobre.