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EL GRUPO JUVENIL MEIGA MAYOR

Quizás uno de los episodios menos conocidos de nuestra particular historia asociativa sea precisamente aquel que sirvió como prólogo a lo que más tarde fue la Comisión Promotora de las Hogueras de San Juan. Estoy hablando del Grupo Juvenil Meiga Mayor, un proyecto que nació a la conclusión de aquella primera hoguera de 1970 y que puso las bases para la ulterior potenciación de la noche de San Juan coruñesa.

Concluidas aquellas primeras HOGUERAS de 1970, en pleno julio, el verano se apoderó de todas nuestras vivencias; un verano que se antojaba tan agobiante y rutinario como siempre. Mañanas de playa; alguna que otra excursión de todo nuestro grupo de amigos; tardes charlando hasta un crepúsculo de vivo color fuego con la chiquilla de nuestro sueños, mientras un tibio sol de poniente se acostaba, rodeado de azules, tras la montaña de los cíclopes asomados a un mar de calmas y ensueños.

Sin embargo, algo trastocó aquel verano que había levantado su particular telón con nuestra primera Noite da Queima, algo que contribuiría de forma decisiva a la formación de la Comisión Promotora de las Hogueras de San Juan: la creación del Grupo Juvenil Meiga Mayor.

La idea surgió, una tarde de principios de julio, de Jorge Martínez Pérez, por aquel entonces corresponsal de TVE en nuestra ciudad, quien pensó que el proyecto que había desembocado en la elección de la I Meiga Mayor y en la celebración de la Noite da Queima no podía quedar encorsetado exclusivamente en unas fechas tan concretas como las de las Hogueras de San Juan, precisando de una proyección a lo largo del año en la vida social coruñesa.

De inmediato, aquel grupo de jóvenes pletóricos de ilusiones, nos pusimos manos a la obra y a los nombres tradicionales de Carlos Vallo, José Mª Barcala, Alfredo Gómez, José Francisco Freire, Miguel Fernández, Luis Facal, José Luis Ramil y el mío propio, fundadores todos ellos de nuestro movimiento hogueril, pronto se unieron otros de chicas y chicos dispuestos a sacar adelante el nuevo proyecto.

Nuestro primer contacto fue con José Alvarez Cabeza, párroco de San Pío X, que tenía su despacho en la Avda. de Calvo Sotelo frente a la Compañía de María, en unas dependencias de Cáritas que en su tiempo habían servido de almacén para guardar la leche en polvo y otros productos llegados a través de la llamada “ayuda americana”. Sin dudarlo, tras escuchar atentamente las explicaciones de nuestro proyecto, dio su visto bueno y nos cedió las instalaciones parroquiales para sede de nuestro Grupo. Ahora ya solo restaba iniciar la andadura.

Una de las primeras decisiones, como movimiento ligado a la Parroquia, fue nombrar Capellán del Grupo, cargo que recayó en Alberto Macho Ponte, coadjutor de San Pio X.

Aquel verano fue fértil en ideas y proyectos. En primer lugar se eligió la primera Junta Directiva en la que fui nombrado Presidente, mientras que la vicepresidencia recaía en una chica, Ana Neira, comenzando con ella una larga tradición de presencia femenina en nuestras filas que se ha visto acrecentada en los últimos años; después nació el boletín “Meiga Mayor”, de efímera existencia, que dio paso a otro, que todavía subsiste, de nombre “Aquelarre”, y más tarde comenzaron las actividades de todo tipo promovidas por el Grupo.

Es curioso recordar que los primeros ejemplares del “Meiga Mayor” salieron, empapados en tinta, de la “vietnamita” propiedad de la Parroquia hasta que más tarde, por exigencias de una mayor tirada, buscamos una “rotativa” más acorde con nuestras necesidades, utilizando la multicopista de la Compañía Asturiana de Minas, que tenía su sede en la calle Teresa Herrera, cedida generosamente para tal fin. Ello supuso un paso cualitativo muy importante ya que pasamos de la manivela de la “vietnamita” a la más sofisticada multicopista eléctrica de nuestros nuevos mecenas. Pese a todo, en ningún momento abandonamos los más que engorrosos clisés de papel encerado que servían como soporte a cada una de las páginas de nuestro boletín.

Al final del verano recibimos la llamada de la Junta de Vecinos del Distrito 5º, la que territorialmente acogía nuestras calles. Su presidente, Chelín Berea Cerdido, requería la presencia de uno de nosotros para integrarse como miembro en la referida Junta; como Presidente del Grupo Juvenil fui yo el designado y así, nuestra Comisión Promotora, pasó a tener voz y voto en aquella Junta de Vecinos haciéndonos cargo de la vocalía de juventud y deportes; un enorme paso adelante para consolidar nuestro proyecto.

Hombres como el citado Chelín Berea o José Mª Hervella, miembro también de la Junta, ambos desaparecidos, fueron determinantes a la hora de apoyar, sin regatear esfuerzos, nuestra incipiente iniciativa, canalizando las peticiones de ayuda a las distintas Instituciones. Quizás la Comisión Promotora de las Hogueras de San Juan jamás haya hecho efectiva esa gran deuda contraída con estos hombres.

Poco a poco, el Grupo, soltó amarras y comenzó a caminar solo, con ciertos titubeos, por las sendas de la vida social de nuestra ciudad.

La comisión encargada de programar las actividades inició sus trabajos y de ahí surgieron una serie de mesas redondas y conferencias sobre diferentes temas que fueron ocupando la mayor parte de los meses del año. Una audición de música de los Beatles, presentada por nuestro compañero de directiva Luis Facal; una proyección de cortos científicos cedidos por el Instituto San Miguel de Investigaciones Científicas; una serie de conferencias sobre temas extraterrestres que tuvieron como marco el Salón de Actos del Colegio de la Compañía de María, cedido gentilmente por su Directora la Madre Mª del Coro Urrutia; un festival benéfico de Navidad celebrado en el salón-teatro del Colegio Hogar de Santa Margarita unos días antes de Nochebuena y un concurso de Belenes entre los vecinos de la zona, fueron algunas de las actividades que todavía se mantienen vivas y frescas en mis recuerdos.

Entre tanto nacía, de manos de mi amigo Carlos Vallo, el grupo de actividades de aire libre; para ello se hizo precisa la adquisición de dos tiendas de campaña que sirvieron para que los más pequeños, incluido mi hermano Calín, Jorge Martínez Cancelo, Ramón Ceide y otros chicos de edades menores que las nuestras, se trasladasen a Miño, Santa Cruz y a otros lugares a disfrutar de la vida al aire libre, aprendiendo a desenvolverse en este medio tan habitual para la mayoría de nosotros como miembros militantes de la Organización Juvenil Española. La vida de este grupo de actividad se prolongó hasta el verano de 1971 en que cesó al perder definitivamente el Grupo su vinculación con la Parroquia.

Por su parte, cada dos meses, salía a la calle un nuevo número del Boletín “Meiga Mayor”. En él, firmas como la de Estrella Pardo, I Meiga Mayor; Chus Ortiz, Lourdes Castiñeiras, Isabel Ortíz o las de varios miembros masculinos del Grupo, dieron vida a curiosos artículos sobre temas de actualidad no solo del quehacer del Grupo, sino también de todo aquello que constituía noticia en las calles de nuestra zona. Simpáticos artículos como aquel aparecido en el extra de diciembre de 1970, en el que se ironizaba sobre el deficiente estado del asfaltado de la calle de Fernando Macías que provocaba que constantemente se formasen grandes baches y que en el invierno, como consecuencia de la incesante lluvia, parecían convertirse en enormes lagunas que permitían la práctica de toda suerte de deportes acuáticos, de ahí el elocuente título de aquel artículo: “Fernando Macías al turismo”.

Otro de los proyectos del Grupo, que llegó a cristalizar, fue la creación de un grupo de fotografía, dirigido por José Francisco Freire, que de inmediato comenzó sus actividades adquiriendo una serie de material indispensable para llevar adelante esta actividad que buscaba, en última instancia, convertirse en la generadora de un archivo donde tuviese cabida esa especie de memoria histórica que supone la posesión de un buen reportaje fotográfico de los distintos actos organizados por nuestra Entidad. Lo cierto es que, con ocasión de las HOGUERAS-71, José Francisco Freire, presentó un interesante trabajo recopilador de los mejores momentos del programa de actos. Este grupo de trabajo todavía pervivió al menos hasta 1972.

Sin embargo, no todo fue un camino de rosas. En octubre de aquel año, se planteó la primera crisis en la Junta Directiva por discrepancias en el planteamiento del grupo lo que provocó la dimisión de la Vicepresidente y de un Vocal de la Junta; resuelta esta crisis con el apoyo del resto de los directivos, el grupo continuó su caminar, iniciando aquel otoño con un amplio calendario de actividades que se prolongó hasta las fechas previas a San Juan.

Muchos fueron los proyectos e ideas que se quedaron en el tintero, unas veces por la imposibilidad de hacerlas viables y otras, la más, por el mal endémico de la falta de recursos económicos. Quizás fueron estos aspectos los que determinaron que poco antes del inicio de las HOGUERAS-71, el Grupo Juvenil “Meiga Mayor” comenzase las gestiones para su disolución, que se hizo efectiva aquel mismo verano, convirtiéndose en la Comisión Promotora de las Hogueras de San Juan que ha llegado hasta nuestros días.

Pese a su efímera existencia, el Grupo Juvenil Meiga Mayor, constituyó el primer embrión asociativo que aglutinó a una buena parte de los que, en junio de 1970, comenzamos a escribir la nueva historia de la noche de San Juan coruñesa y por ello merece un lugar destacado a la hora de referir las andanzas de la Comisión Promotora de las Hogueras de San Juan.

José Eugenio Fernández Barallobre

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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