A principios de 1974 pensamos en la posibilidad de proyectar nuestras HOGUERAS en otros momentos del calendario festivo anual, tal vez con la intención de darles un sesgo más popular al estar presentes en la vida social ciudadana a lo largo no solo del mes de junio, si no del resto del año.
En este sentido, aprovechando una campaña de captación de Socios protectores iniciada con anterioridad, pensamos en la posibilidad de ofrecer como una actividad complementaria algún acto dentro del Ciclo del Carnaval capaz de concitar la presencia de esos Socios protectores que, de alguna manera, estaban contribuyendo a financiar nuestro siempre ambicioso programa.
Tras darle algunas vueltas con el fin de intentar convertir la idea inicial en algo plausible, amén de entroncarla con el objetivo fundamental de nuestras actividades, esto es, la salvaguarda de la noche de San Juan y sus tradiciones, pensamos en la posibilidad de hacer coincidir la fiesta que deseábamos organizar con la presentación de la Meiga Mayor que hasta ese momento realizábamos en el transcurso de un desfile de modelos que tenía lugar en fechas próximas a San Juan.
Aquel año habíamos decidido nombrar V Meiga Mayor a Lourdes Herrero Casasola, un bonita chiquilla de las Esclavas – la primera Meiga Mayor que no era alumna del Colegio de la Compañía de María, una tradición hasta entonces -, quien ya había elegido a sus Meigas de Honor, una de ellas nuestra buena amiga Loreto Rivera Quintana.
Junto a Lourdes habíamos nombrado a la III Meiga Mayor Infantil, la niña Cristina Seoane Rodríguez, alumna igualmente de las Esclavas y vecina de Fernando Macías por lo que barajamos la posibilidad de aprovechar el Carnaval para efectuar, igualmente, su presentación oficial.
Por aquellas fechas, el Carnaval coruñés, se limitaba a las fiestas de disfraces y fachas, más o menos pomposas, que organizaban sociedades tan señeras en nuestra ciudad como el Casino, la R.S.D. Hípica, el Circo de Artesanos o el Aeroclub, sin olvidar el tradicional baile de “mocitos” que anualmente organizaba la Asociación de la Prensa en la parrilla del Hotel Finisterre; así como a otras organizadas por las diferentes discotecas que abrían sus puertas a lo largo y ancho de Marineda, a las que concurrían numerosos disfraces con el fin de optar a los numerosos, y en algunos casos cuantiosos, premios que convocaban. Por otra parte, continuaba con cierta vigencia, la costumbre, sobre todo en los distintos barrios, de disfrazarse los más pequeños utilizando como atuendo cualquier ropa guardada en el más recóndito de los baúles o simplemente una sábana que servía como circunstancial vestimenta moruna que se aderezaba con una falsa perilla o barba pintada con un corcho quemado.
Por otra parte, además de los tradicionales “apropósitos” y los “choqueiros” de la Torre y aledaños que seguían saliendo a la calle bajo la atenta mirada de la Policía Armada, eran numerosos los comercios de la ciudad – la Poesía, Jaspe, Porvén, la Regional, etc. -, que en unión de kioscos o quincallas vendían todo tipo de caretas, antifaces y artículos de broma o pega muy utilizados en aquellos días.
Quizás esta vieja tradición coruñesa de “choqueiros”, “apropósitos” y bailes de sociedad, nos animó en nuestro empeño de aportar un grano más de arena para el resurgir del Carnaval de nuestra ciudad.
Una de las primeras decisiones que adoptó la Junta Directiva de la Comisión fue determinar el programa de actos a celebrar en el inmediato Carnaval o en fechas próximas. Con el fin de evitar cualquier posible coincidencia con los bailes que tradicionalmente organizaban las distintas sociedades, optamos por fijar como fecha para llevar adelante nuestro proyecto el sábado anterior al Sábado de Carnaval acordando celebrar por la tarde un baile infantil de disfraces que serviría de marco de presentación de la Meiga Mayor Infantil y esa misma noche, una cena baile de gala y disfraces, para presentar a la Meiga Mayor.
Tras esta decisión comenzamos a debatir el nombre genérico que pondríamos a la fiesta. Desde el principio del debate decidimos denominar la fiesta de la tarde como baile infantil de disfraces, mientras que la de la noche la bautizamos como Festa da Danza das Meigas, fijando en lo sucesivo su celebración para el sábado anterior al de Carnaval y teniendo como objetivo la presentación de la Meiga Mayor y sus Meigas de Honor.
En cuanto al lugar para celebrar ambas fiestas decidimos que un buen marco sería el Hotel Riazor, dirigido por el ya desaparecido Tomás Tarilonte, que en aquellas fechas servía como lugar de reunión de la Junta Directiva. Tras contactar con él y exponerle nuestras necesidades quedamos de acuerdo y fijamos como fecha para la celebración de los actos la tarde y noche del sábado 16 de febrero, anterior al Carnaval.
Como pudimos comenzamos a movernos contando con las familias de las Meigas mayores e infantiles y, como no, con los Socios Protectores a los que cursamos una circular informativa anunciando ambas fiestas.
Paralelamente tomamos el acuerdo de cursar invitación a las primeras Autoridades de la ciudad empezando por el entonces Capitán General de la VIII Región Militar – primera Autoridad de Galicia – Teniente General Carlos Fernández Vallespín; el Gobernador Civil de la Provincia y Jefe Provincial del Movimiento, Miguel Vaquer Salort; el Alcalde, Jaime Hervada Fernández-España; el Presidente de la Diputación, Lino Rodríguez Madero; el Gobernador Militar de La Coruña, General de División Carlos Franco González-Llanos y el Delegado de Turismo.
Por supuesto que desde el principio pensamos en lo inútil de aquellas invitaciones ya que unos jóvenes de 23 o 24 años, incluso menores, con una experiencia nula en este campo y con una antigüedad de cuatro años en la organización de actos serios, difícilmente podrían merecer la atención de aquellos que dirigían los destinos de la Región y muy especialmente de nuestra provincia. Sin embargo, estábamos equivocados y aquella I Festa da Danza das Meigas fue el mejor espaldarazo que pudo recibir nuestra Comisión en sus años iniciales.
Días después de cursar las invitaciones, los Ayudantes del Capitán General entre los que se encontraba nuestro buen amigo ya desaparecido, el Teniente Coronel de Infantería Marcelo Romero, se pusieron en contacto con nosotros para conocer, al menos por encima, en que iba a consistir la fiesta, tras la cual nos anunciaron la asistencia del Capitán General acompañado de su mujer.
Ignoro si por el principio de simpatía o por motivaciones de otro tipo, lo cierto es que, como torrente, se sucedieron las confirmaciones del resto de la Autoridades que acudirían acompañados de sus respectivas esposas salvo algún caso de fuerza mayor.
Aquel anuncio nos causó, además de la consabida alegría, una cierta sensación de inquietud al vernos obligados a debutar en unas lides para las que a buen seguro no estábamos preparados del todo ya que jamás habíamos tenido que atender, en uno de nuestros actos, a semejante pléyade de Autoridades.
Como pudimos nos fuimos asesorando por medio de amigos como Ramón Luis García Barros, jefe de protocolo del Ayuntamiento, o de los propios Ayudantes del Capitán General, los Tenientes Coroneles Romero, ya mencionado, Otero Calderón y Villareal, quienes nos explicaron como deberíamos montar la presidencia y otros pormenores muy a tener en cuenta llegado el momento.
Como anécdota decir que una de mis princípiales preocupaciones como Presidente de la Comisión era la de cómo debería atender a todas las Autoridades, muy especialmente al Capitán General. Esta preocupación se la hice llegar a los Ayudantes quienes me indicaron que le hablase de nuestros proyectos más inmediatos sin preocuparme de nada más, pese a todo me comentaron que si deseaba granjearme su amistad y simpatía que me leyese un episodio de la gloriosa historia de la campaña de la División Azul en Rusia en la que el Teniente General Fernández Vallepín había despuntado por su valentía y bizarría. Así lo hice y aquello, sin duda, abrió muchas puertas a la Comisión Promotora de las Hogueras de San Juan.
En los días previos fuimos recibiendo la confirmación de asistencia de padres y familiares de Meigas, así como de otros invitados lo que nos permitió afrontar ambos actos con la tranquilidad de quien se ve rodeado por el éxito.
Uno o dos días antes compramos toda suerte de caretas de cartón, guirnaldas, serpentinas, etc. destinadas a decorar el comedor del Hotel Riazor al mejor estilo carnavalesco. De igual modo contratamos al grupo que habría de animar los dos bailes que quedaron cerrados en espera de que el sábado 16 de febrero acudiese a su cita con nosotros.
Así fue, llegada la mañana de aquel día acudimos al Hotel Riazor con el fin de decorarlo y dejarlo todo listo para el primer asalto: el baile infantil de disfraces previsto para la cinco de la tarde.
Poco a poco los más pequeños fueron llegando y con ellos la Meiga Mayor Infantil, Cristina Seoane, vestida con un elegante disfraz de dama antigua. La fiesta se desarrolló con total normalidad y a eso de las siete de la tarde se dio por concluida ya que hacía falta el tiempo para preparar la cena de la noche.
Como pudimos nos fuimos a cambiar a casa vistiéndonos de etiqueta y de nuevo retornamos al Hotel Riazor para verificar que todo estaba dispuesto y a nuestro gusto.
A la hora prevista comenzaron a llegar las Autoridades, las Meigas y los demás invitados que ocuparon sus asientos para la cena. Por mi parte saludé a todos y cada uno de ellos y de manera especial al Teniente General Fernández Vallespín al que animé a que me contase su hazaña en la estepa rusa de la que demostré ser conocedor gracias a una serie de libros que había leído previamente, siguiendo los sabios consejos de los Ayudantes.
A los postres, el Teniente General Fernández Vallespín, hizo uso de la palabra y tras felicitarnos por el trabajo bien hecho dijo que “también con el trabajo de la Comisión Promotora de las Hogueras de San Juan se hace España”, una frase que ha constituido todo un referente para nosotros y que todavía figura, con letras de molde, en las primeras páginas de nuestra publicación anual de HOGUERAS.
Tras la cena se abrió un animado baile que, de alguna forma, dio la bienvenida al Carnaval coruñés de aquel 1974 y que se prolongó hasta bien entrada la madrugada.
Al final, con Malules Herrero ya presentada como flamante V Meiga Mayor y con los deberes de la cortesía y el bien hacer hechos, nos fuimos para casa no sin antes recorrer al menos un par de veces la manzana de nuestras casas enjuiciando la página que acabábamos de escribir, a la vez que hacíamos planes para la siguiente edición de la Fiesta.
Dos días después, un Soldado, nos entregó un sobre conteniendo un donativo que superaba el importe de los cubiertos del Capitán General y de su esposa, acompañado de una tarjeta del insigne militar que llegaría a ser General Jefe del Alto Estado Mayor.
Durante muchos años, la Festa da Danza das Meigas, se celebró el sábado anterior al de Carnaval, incluso en las fechas centrales de los días del Antroido; al final, en uno de los reajustes del programa, la trasladamos a los días previos a la mágica noche de San Juan, convirtiéndola en la cena en honor a las Meigas mayores e infantiles, llegando así hasta nuestros días.
Lo cierto es que aquella I Festa da Danza de 1974 fue algo más que un acto innovador, fue, por encima de todo, el espaldarazo que la Comisión necesitaba para llegar a lograr los objetivos que ha conseguido. Es muy posible que sin la presencia de aquellas Autoridades en aquel acto, sin su respaldo, la actual Noite da Queima coruñesa no fuese la misma.
Meses después, la Comisión Promotora, tomó el acuerdo por unanimidad de nombrar al Teniente General Carlos Fernández Vallespín, Presidente de Honor de las HOGUERAS y en 1988, con motivo de instaurarse los Premios San Juan se acordó renombrar uno de ellos con su nombre; también durante muchos años, el trofeo de Subcampeón de la Semana Deportiva, llevó el nombre de este militar tan vinculado a nuestra Comisión.
José Eugenio Fernández Barallobre.