Las Meigas en el San Roque de Betanzos
Las HOGUERAS-88, no concluyeron con el final de junio como venía siendo habitual; aquel año, todavía las Meigas se encontrarían con una nueva sorpresa llegado el mes de agosto.
Desde principios de julio, acariciamos la idea de iniciar un intercambio con alguna otra fiesta de las que se celebraban en Galicia. De inmediato pusimos los ojos en la vecina y hermosa ciudad de Betanzos de los Caballeros, con sus magníficas fiestas en honor a su patrón, San Roque, con la elevación del majestuoso globo de papel, obra de la familia Pita y su mágica jira a Los Caneiros.
El primer contacto los establecimos, de la mano de Novoa Cisneros, padre de Luisa, una Meiga de Honor de aquel año, con el Concejal de Fiestas de Betanzos, nuestro amigo Lito Miguez y junto a él, con otro buen amigo Paco Teijo. Pronto comenzaron las conversaciones para cerrar aquel acuerdo.
Recuerdo aquella inolvidable noche betanceira. Nos reunimos en un lugar de ensueño, desgraciadamente ya desaparecido, “El Banana”. Allí hablamos de todo un poco, de todo lo divino y de lo humano, fraguando una gran amistad que persiste a día de hoy y allí diseñamos el programa de intercambio que se inició aquel agosto, con motivo de las Fiestas mayores de Betanzos.
El Ayuntamiento de la hermosa ciudad medieval, estaba gobernado por el Alcalde Lagares, del Partido Socialista Obrero Español, y la Reina de las Fiestas de aquel año era una sobrina del primer edil, Marian Lagares.
El programa de intercambio trajo aparejado la invitación de la Meiga Mayor al acto de coronación de Marían Lagares como Reina de las Fiestas, acto solemne y elegante que se celebró, con toda pompa y circunstancia, en la plaza de la Constitución, en la tarde del día 14 de agosto.
Con tal motivo, nos desplazamos a la ciudad de Betanzos, José González Dopeso, presidente de la Junta Asesora; dos miembros más, uno de la Junta Directiva de la Comisión Promotora y otro de la Junta Asesora, y yo mismo, acompañando a la Meiga Mayor, Silvia Fernández y a tres de sus Meigas de Honor. Ellas con el Traje Oficial de gala y nosotros con nuestro impoluto esmoquin, exigido para el evento.
La ceremonia de proclamación fue brillante; el marco perfectamente engalanado y el maravilloso entorno de la parte vieja de Betanzos, contribuyeron a realzar más aquella coronación.
Más tarde, aquella misma noche, asistimos a la “cena americana”, servida en la Sala de Fiestas “Rey Brigo” -desconozco si todavía existe-, que concluyó con un baile que abrió el Alcalde con la Reina de las Fiestas.
Al día siguiente, acompañando a la Meiga Mayor Infantil, Elena Vázquez, hija del Alcalde Francisco Vázquez, y a tres de sus Meigas de Honor Infantiles, asistimos a la proclamación de la Reina Infantil de las Fiestas, en el mismo marco que su homónima mayor en la jornada anterior, celebrado, igualmente, con mucha brillantez.
En la jornada grande de las fiestas, el 16 de agosto, festividad de San Roque, patrón de la ciudad desde que en la Edad Media le implorase el pueblo su protección pata liberarlos de una epidemia de peste, la Comisión de las Hogueras fue invitada a los principales actos de la jornada.
A media tarde, en la plaza de la Constitución, se formó la comitiva oficial de la Función del Voto. Una vistosa y colorista procesión cívica, encabezada por el Alcalde y la Corporación Municipal, bajo mazas, acompañada por los Gigantes y Cabezudos; Alguaciles; Soldados del viejo Regimiento Provincial de Betanzos, uniformados a la usanza de finales del siglo XVIII; pajecillos; la Banda Municipal; Grupos de danzas gremiales y, por supuesto las Reinas de las Fiestas, mayor e infantil, con sus respectivas Cortes de Honor. Junto a ellas, las Meigas de las Hogueras de San Juan.
La comitiva se formó -supongo que lo sigue haciendo-, como he señalado, en la plaza de la Constitución, bajando por las calles Castro y Porta da Vila, hasta desembocar en la plaza García Hermanos, para dirigirse a la iglesia de Santo Domingo, donde se celebra habitualmente la Función del Voto.
La Reina de las Fiestas y su Corte de Honor, vestidas con sus trajes de proclamación, acompañadas por jóvenes vestidos de etiqueta que, en Betanzos, reciben el apelativo cariñoso de “damos”; por su parte la Meiga Mayor y las Meigas de Honor, acompañadas por nosotros, con la misma indumentaria que los jóvenes que daban el brazo a las Meigas, y por una representación de la Guardia de Honor de las Meigas.
Iniciado el desfile de la comitiva, ante cientos de personas, en plena Porta da Vila, fui testigo de una de esas anécdotas simpáticas, tan habituales en HOGUERAS y que paso a narrar.
Hay que imaginarse a Silvia Fernández Toba, hermosa y radiante, con su larga melena rubia, vistiendo su elegante Traje de Proclamación de color negro, luciendo su Banda de Meiga Mayor con los colores nacionales, acompañada de sus Meigas de Honor, guapas y elegantes como ella, bajando de forma solemne desde la plaza de la Constitución por las calles antes señaladas, del brazo de José González Dopeso.
Pues bien, a la altura de la mitad del recorrido, casi entrando ya en la plaza Hermanos García Naveira, contemplando el discurrir de la comitiva, había dos paisanos mayores, con sus boinas clavadas en sus cabezas, que no perdieron de vista ni a Silvia ni a sus Meigas de Honor, y así, al llegar a su altura, uno de ellos, con total naturalidad, exclamó “¡estas son mulleres e non as nosas!”
No pude por más que sonreír al escuchar aquel comentario que ha quedado grabado en la retina de mis recuerdos y todavía, a día de hoy, me hace sonreír cada vez que lo comento con alguien.
Pero las anécdotas de aquella tarde, no concluyeron ahí, ya que al llegar a la iglesia, uno de los curas, creo que el párroco de Santo Domingo, conocido popularmente en Betanzos con el apodo de “vivo cantando”, se dirigió a la Meiga Mayor y le dijo que si no se tapaba los hombros no la dejaba entrar en la iglesia, así que tuvo que conseguir que alguien le prestase un chal negro, a juego con su vestido, para poder acudir a la Función del Voto, cuya ofrenda fue presentada, como es tradicional, por el Alcalde.
Aquella misma noche, ya vestidos de calle, acudimos, junto a la Reina de las Fiestas, su corte y acompañantes, a un piso, situado frente a la Torre de Santo Domingo, donde fuimos testigos del prodigio de ver como el tradicional globo ascendía lentamente a los cielos de Betanzos, llevando en su alma la plegaria popular al Santo Patrón de la ciudad, agradeciéndole los favores recibidos.
Nuestra participación en las fiestas de Betanzos no concluyó ahí, ya que, en la jornada del 18, acudimos, en la lancha de la Reina de las Fiestas, a la poética jira a los Caneiros, una preciosa excursión, navegando el curso del río Mandeo, hasta alcanzar tan idílico paraje.
Fue una jornada inolvidable que concluyó al anochecer, descendiendo el río, de nuevo hacia el Puente Viejo, ardiendo en una cascada de fuegos artificiales, y deleitándonos con el mejor salpicón de marisco que jamás degusté en mi vida, sencillamente apoteósico, inenarrable, irrepetible.
Como colofón, creo recordar que fue el día 25 o 26, cuando, como remate de las fiestas, la madre de la Reina, conocida en Betanzos como “la reina madre”, nos obsequió, invitándonos a una multitudinaria cena celebrada en el “Rey Brigo”, que constituyó una repetición de la “americana” de la noche del 14, incluso puede que a mayor escala.
Y así, fue aquella experiencia en la que las Meigas vivieron, en directo, las magníficas fiestas de Betanzos de los Caballeros, una experiencia que, desgraciadamente, no tuvo continuidad en el tiempo, aunque eso sí, de la que guardamos muy gratos recuerdos.
José Eugenio Fernández Barallobre.