Como hemos señalado anteriormente, el grado de satisfacción alcanzado tras la experiencia de la noche de San Juan de 1970 y la incipiente capacidad organizativa derivada del funcionamiento del Club Juvenil Meiga Mayor, nos dio alas para acometer con más resolución el ejercicio de 1971 que supondría, a la postre, la revalidación de nuestro proyecto festivo.
Las actividades organizadas durante el invierno de aquel año por nuestro Grupo Juvenil -conferencias, audiciones musicales, proyección de cortos, etc.- sirvieron como los mejores avales que nos animaron a programar las HOGUERAS-71, seguros de nuestras capacidades. Todo ello sirvió de revulsivo y nos puso manos a la obra en aquel año en que, tras la dulce experiencia del anterior, comenzamos a sentar las bases de lo que hoy son las HOGUERAS.
Desde el primer instante en que comenzó a funcionar nuestra Comisión nos dimos perfecta cuenta, si queríamos darle viabilidad seria al proyecto, de la necesidad de rodear la fecha de celebración de la noche de San Juan de un conjunto de actos que, sin suponer un desembolso importante de dinero, sirviese para caldear un poco el ambiente e ir preparando la ciudad para a la gran noche de Hogueras.
Por otra parte, tras la experiencia obtenida a través del Club Juvenil Meiga Mayor, se despertó en nosotros una clara vocación cultural que, desde aquella fecha, siempre ha estado presente en nuestras sucesivas programaciones. Se trataba, en definitiva, de no limitar nuestra actividad anual a la mera celebración de la noche de los grandes aconteceres aun a sabiendas que ella, por sí sola, constituía la razón de ser de todo el entramado festivo.
Había algo que teníamos meridianamente claro, no se trataba de organizar unas fiestas de barrio al uso con dos o tres verbenas que, además de inasumibles desde el punto de vista económico, podrían resultar un fracaso debido a la estructura social de la zona en la que vivíamos. Por ello nos decantamos por darle una mayor dimensión cultural a los actos a programar, tratando de granjearnos la atención del vecindario de nuestras calles de influencia, así como la del resto de la ciudad.
El hecho de tener representación en la Junta de Vecinos del Distrito 5º, nos brindó la posibilidad de poder llamar a determinadas puertas con la seguridad de que estas nos serían franqueadas. Por otra parte, de nuevo en aquel 1971, teníamos asegurada la correspondiente subvención municipal que, sin ser elevada, nos permitiría afrontar con cierta soltura los actos a programar.
Uno de los aspectos que teníamos meridianamente claros era la necesidad de buscar el marco idóneo para la proclamación de la II Meiga Mayor, Ana de Aspe de la Iglesia, tanto desde el punto de vista meramente físico como desde el organizativo, de ahí que ya se estuviese diseñando la que sería I Fiesta del Aquelarre.
Igualmente, por razones tanto de espacio como de logística, se había determinado el cambio de ubicación de la Hoguera, pasándola de la calle ancha de Paseo de Ronda a la vecina de Calvo Sotelo, frente a la escalinata monumental del Colegio de la Compañía de María, que utilizaríamos como eventual tribuna de las Meigas. Ahora solo restaba rodear estos dos actos fundamentales de una serie de actividades complementarias.
Curiosamente, sin saberlo, aquel primer programa se planificó, en lo que a fechas se refiere, acotándolo temporalmente dentro de lo que hoy llamamos la Semana de San Juan -16 al 24 de junio-. Tras largos días de debate en las mesas de aquella zona trasera del bar «El Pincho», pomposamente denominada «Meu Lar», comenzaron a surgir propuestas de actividades algunas de las cuales, por su envergadura o su coste, resultaron inviables.
Finalmente, decidimos darle una doble dimensión al programa, una parte eminentemente popular y otra de marcado cariz cultural que, a la postre, se convertiría en la antesala de la que, a partir del siguiente año, pasaría a denominarse Semana Cultural.
Por otro lado, se comenzaron a gestionar los marcos para la celebración de los distintos actos. Por aquellas fechas, las puertas del Colegio de la Compañía de María, con la Madre Mª del Coro Urrutia a la cabeza, las teníamos franqueadas de par en par para la celebración del cualquier tipo de actividades; con muchas más reservas, podríamos llegar a disponer, al menos para una de las jornadas, de las magníficas instalaciones del Colegio Hogar de Santa Margarita y, por supuesto, ya teníamos garantizada la cesión del Paraninfo del Instituto Eusebio da Guarda para celebrar la I Fiesta del Aquelarre Poético de la que hablaremos oportunamente, con más detalle.
Apoyados por la Junta de Vecinos del Distrito 5º, presidida por Chelín Berea Cerdido, se iniciaron las gestiones de programación, permisos, solicitud de la Banda Municipal, captación de conferenciantes, etc., que quedaron rematadas en tiempo y forma.
Junio dobló la esquina de mayo y con su llegada los nervios afloraron en todos nosotros. Las reuniones se multiplicaron; los largos debates no cesaron; la revisión de los últimos flecos se convirtió en el pan nuestro de cada día y las HOGUERAS-71 se tornaron en casi las únicas protagonistas de todas nuestras vivencias.
Ya por aquellas fechas, la prensa, especialmente La Voz de Galicia, de la mano de Constantino Armesto, había comenzado a hablar nuevamente de nuestros proyectos, de nuestra Meiga Mayor y de la novedosa forma que teníamos de entender la fiesta, contribuyendo a caldear el ambiente.
No puedo precisar en qué fecha concreta quedó definitivamente cerrado el programa, pero lo que sí sé es que el mágico telón de las HOGUERAS-71 se levantó, a las ocho y media de la tarde, del miércoles 16 de junio, con una conferencia que, sobre la Noche de San Juan, ofreció en el Salón de Actos del Colegio de la Compañía de María el periodista coruñés Antonio José Alcántara. Al día siguiente, a la misma hora y en idéntico marco, el profesor Manuel Vidán Torreira disertó sobre el simbolismo de la noche de San Juan. El viernes 18, también en la Compañía de María, le tocó el turno al musicólogo Laureano Alvarez Martínez quien abordó el tema de la «música gallega de ayer y de hoy».
Cambiando un poco el ritmo del programa, para la tarde del sábado día 19 se programó, en el mismo marco, un recital del cantautor Xosé Iglesias de Souza, de moda en la ciudad por aquellas fechas, quien aprovechó para presentar su canción inédita titulada «En la noche de San Juan». Llegado a este punto hay que señalar que este recital nos dio pie para que al año siguiente programásemos el «I Festival de la canción de San Juan» del que ya tendremos oportunidad de hablar en otro momento.
El domingo 20, a las 12 de la mañana, celebramos en la plaza de Pontevedra nuestra primera fiesta infantil que daría lugar a la celebración de otras muchas, muy divertidas y cuajadas de anécdotas, a lo largo de los años posteriores.
Al día siguiente, lunes 21 de junio, volvimos a la Compañía de María para asistir a una velada poética en la que nuestro buen amigo, ya desaparecido, Alfonso Gallego Vila, nos presentó una buena parte de sus poemarios. Por su parte, en la tarde del 22, en el mismo marco, el Grupo de Teatro «Tespis» puso en escena las obras «Ligazón» de Valle Inclán y «Esclavos» de Martínez Ballesteros, abriendo con ello la puerta a la programación de las sucesivas Semanas de Teatro que iniciarían su andadura en la siguiente edición.
También por estas fechas, al igual que sucediera el año anterior, celebramos en la Parrilla del Hotel Embajador, un desfile de modelos que sirvió para presentar oficialmente a Ana de Aspe como II Meiga Mayor y a sus Meigas de Honor. En este desfile, una de las chiquillas que participaron como modelos fue Rocío Prada Lens que, al año siguiente, sería nombrada III Meiga Mayor.
Y llegó el gran día, el 23 de junio. Supongo que en este momento ya no cabríamos en nuestro gozo y que el estado de excitación nerviosa sería tal que nos impediría hasta conciliar el sueño. Aquella mañana, mientras los más pequeños, con mi hermano Calín al frente, comenzaban los siempre arduos trabajos de instalación de la Hoguera, nosotros, en un autobús, nos marchamos a la parroquia de San Juan de Almeiras, en el Ayuntamiento de Culleredo, donde celebramos nuestra primera Misa ofrenda a San Juan y la Meiga Mayor procedió a encender la vela a los pies del Santo de la que por la noche saldría el sacralizado fuego para encender la Hoguera.
Con relación a este asunto, es necesario hacer una breve reflexión. Se nos había ocurrido, para dar mayor vistosidad, a nuestra Noite da Queima, que el fuego, debidamente bendecido a los pies de la imagen de San Juan, fuese trasladado, al llegar la noche, desde Almeiras hasta la plaza de Portugal, en una carrera de relevos portando una antorcha que luego utilizaría la Meiga Mayor para consumar el ígneo rito sanjuanero.
Hubo que darle muchas vueltas al asunto; finalmente, por medio de la Federación Coruñesa de Atletismo, logramos el concurso de varios atletas entre ellos una de las más destacadas de la ciudad, Dolores Tasende, quien fue la encargada de introducir la antorcha en la plaza de Calvo Sotelo, poco antes de las doce de la noche.
Pero volvamos al programa. Para la tarde del día 23, poco antes del inicio de la I Fiesta del Aquelarre Poético, habíamos programado un concierto de la Banda Municipal que inicialmente iba a ser ofrecido en el Salón de actos del Hogar de Santa Margarita. Ignoro cuando tuvimos conocimiento de ello, pero lo cierto es que el permiso por parte del Colegio mencionado para usar su salón fue denegado y a cambio nos cedieron el patio de dicho centro docente donde finalmente se ofreció el concierto de la Banda de nuestro Ayuntamiento que, desde aquella fecha, año tras año, ha estado siempre presente en todos los programas de HOGUERAS, al menos hasta que el desgobierno municipal salido tras las elecciones de 2015, en otro gesto arbitrario, lo prohibió en 2016.
Como estaba previsto, a las nueve de la noche, el Paraninfo del Instituto Femenino acogió la celebración de la I Fiesta del Aquelarre Poético en cuyo transcurso, Ana de Aspe, fue proclamada, con toda pompa y circunstancia, II Meiga Mayor; pero de este asunto hablaremos con detalle en otro apartado y, por tanto, a él nos remitimos.
Finalmente, poco antes de las once y media de la noche, de la plaza de Pontevedra partió la Cabalgata de San Juan, también la primera de la historia, que conduciría a la Meiga Mayor y a las Meigas de Honor, en carros del país, a Calvo Sotelo para celebrar nuestra Noite da Queima.
También de este asunto hablaremos, después, con algo más de detalle; sin embargo, baste decir que, dentro del proyecto general de aquel año, al plantearse el tema de la cabalgata, pensamos en rodearla del mayor simbolismo posible; de ahí, surgió la idea de utilizar carros típicos del País para conducir a las Meigas hasta el emplazamiento de la Hoguera. A partir de ese momento, comenzamos a devanarnos los sesos sobre dónde podríamos hacernos con ellos, la solución del problema vino de la mano de Carlos Beceiro, empleado municipal y activo colaborador de la Comisión en estos primeros años; él nos puso en contacto con un tal Perrúa, empleado también del Ayuntamiento, que vivía en la zona rural de San Pedro de Visma y que poseía alguno de estos carros. Entablada la relación, el propio Perrúa nos localizó los tres carros que precisábamos, comprometiéndose contra cierta cantidad de dinero a presentarse con ellos la tarde-noche del 23 de junio en la plaza de Pontevedra. Por su parte, su hermana Carmen, nos facilitó toda suerte de hortensias, ramas de palmera y otros elementos vegetales, ayudando a Calín y a otros colaboradores, llegado el día, a decorarlos convenientemente.
Para esta primera Cabalgata contamos con el concurso del Grupo de Danzas de Labañou para lo cual contactamos con otro hombre que a lo largo de los años se convertiría en colaborador asiduo de nuestra Comisión, el inolvidable Luis Cagiao Campos; igualmente realizamos gestiones para contar con la participación de la Banda de Cornetas y Tambores de la O.J.E. de la que yo mismo había sido, años atrás, uno de sus fundadores, si bien al final no pudo sumarse a nuestra Cabalgata.
Formada la comitiva a la hora prevista, inició su recorrido por las calles de San Andrés, Santa Catalina, Cantón Pequeño, Plaza de Mina, Juana de Vega, Plaza de Pontevedra, Avda. de Finisterre y Fernando Macías para llegar a Calvo Sotelo donde se encontraba instalada la Hoguera.
Al atravesar la Plaza de Pontevedra nos cruzamos con Dolores Tasende que portando la antorcha con el Fuego de San Juan se dirigía, corriendo el último relevo, al mismo lugar que nosotros, comenzando así una tradición que, tras interrumpirse durante muchos años, volvería a recuperarse en el inicio de los 2000, convirtiéndose en uno de los números más vistosos de a Noite da Queima.
Poco después de las doce de la noche, ya del día de San Juan, el cielo coruñés se tiñó con los colores de los fuegos artificiales que la pirotecnia Rocha de Soñeiro disparó desde la propia Avda. de Calvo Sotelo, tras lo cual Ana de Aspe consumó el rito del fuego sanjuanero antes de arrojar al fuego, junto a sus Meigas de Honor, los siete cardos para quedar desencantada.
El éxito tanto de público como de organización, amén de la calidad indiscutible de todos los protagonistas de cada uno de los actos programados, se puso de manifiesto en las numerosas referencias periodísticas que, tanto en El Ideal Gallego como en La Voz de Galicia, hicieron loa de nuestro trabajo, máxime teniendo en cuenta nuestra edad que no llegaba, en ningún caso, a los veinte años, así como en las felicitaciones de las que fuimos objeto por parte de vecinos e incluso del propio Ayuntamiento que, desde el primer momento, respaldó y apoyó nuestra gestión.
Concluidas con éxito las HOGUERAS-71, que resultaron ser una especie de reválida de lo iniciado el año anterior, nos pusimos a trabajar en la planificación de las del año siguiente.
Eugenio Fernández Barallobre