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LA FALSA SUPERIORIDAD MORAL

No deja de sorprendernos la desfachatez y el cinismo del que hacen gala constantemente alguno de estos «salvapatrias» de nuevo cuño.

En primer lugar nos sorprende el hecho de que alguien pueda estar molesto por calificarle de la misma forma y con las mismas palabras que esa persona utilizó con anterioridad para definir a otros.

Parece ser que a alguien no le gustó que utilizasemos la expresión de «nueva mujer florero» para referirnos a la misma Concejala del Ayuntamiento de la marea que un día, sin venir a cuento, empleó ese calificativo a la hora de referirse a nuestras Meigas sin que jamás nadie la hubiese ofendido a ella con anterioridad.

Es de un cinismo que apabulla y que pone una vez más de manifiesto esa tendenciosa y falsa «superioridad moral» que creen poseer esta gente, mediante la cual sus insultos, sus agravios y toda acción que ellos ejecutan es lícita y va encaminada a reconducir conductas de los «pobrecitos bichos vivientes» que, en nuestra ignorancia, estamos errados de forma permanente.

Recordamos, por ejemplo, aquella frase, utilizada por uno del grupo que gobierna el Ayuntamiento, de «feria taurina, casetas regionales y tuna de veteranos. Miseria mental», con la que trataron de descalificar a todos aquellos que gustásemos de algunas de estas actividades. ¿Quién es el autor de la frase para descalificar a nadie?, ¿quién es esa Concejala para insultar gratuitamente a las Meigas sin que ellas, con anterioridad, la ofendiesen en nada?

Suponemos que esta gente cree poseer la verdad absoluta, esa que al más rancio estilo bolchevique bolivariano se trata de inculcar a los que no piensan como ellos. Pues no es así, cada cual tiene su verdad y todas, inclusive la de ellos, es perfectamente respetable.

Pero la cosa no acaba ahí. En la más absoluta demencia populista, encima nos dicen que somos nosotros quienes tratamos a las Meigas como mujeres floreros y para ello argumentan que las utilizamos para «adornar nuestras fiestas».

Que equivocado e indocumentado está quien, de forma tan simplista, realice semejante análisis. Pues no, antes todo lo contrario. Durante años, desde los inicios de las actividades de la Comisión Promotora, las Meigas fueron la parte más importante de la organización, realizando labores directivas y de organización en superior porcentaje que los hombres; ellas fueron las principales artífices de lograr que las HOGUERAS, esas que se escriben con mayúscula, llegaran a donde lo hicieron; sin las Meigas, sin su trabajo, sin su ilusión, sin su dedicación, jamás hubiésemos llegado a nada.

Para nosotros nunca fueron «mujeres florero»; fueron nuestras compañeras en el trabajo diario, dirigiendo actos, coordinando actividades y haciéndose imprescindibles en nuestra trama festiva, granjeándose nuestro respeto y nuestra mayor consideración.

Resulta muy fácil hablar de logros para la mujer a lo largo de la historia para quien nunca movió un dedo por ello y encima creen que por el hecho de que algunas mujeres sean proclamadas Meigas o Reinas de las Fiestas o lo que sea, están cejando en sus derechos. ¿Es que alguna va obligada?; ¿le han preguntado a ellas si desean ocupar esos puestos?; ¿quiénes son estas «salvapatrias» de nuevo cuño para discernir lo que hacen bien o mal los demás?

No vemos, sin embargo, que estas acérrimas defensoras de que las mujeres no ocupen puestos de Meigas, Falleras o Reinas de las Fiestas, levanten la voz para protestar, con la misma energía, contra esas bodas, en otros países, en las que, a la fuerza, casan a niñas de diez u once años con hombretones de más de treinta. En ese caso, con todo el cinismo, miran para otro lado y silban. ¡Vergonzoso!

Dejen de ofender, de agraviar y de insultar y dedíquense a trabajar que es lo que tienen que hacer y para lo que les pagamos a ellos a su legión de asesores y no se olviden que si quieren representar a los vecinos, represéntenlos a todos no solo a los de su cuerda.