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PERMANENTE ADOCTRINAMIENTO

Desde que los podemitas y su adláteres populistas hicieron triste acto de presencia en nuestra sociedad, su labor de adoctrinamiento no ha cesado. Como ellos mismos dijeron en su día «venimos a cambiarlo todo», una consigna que están tratando de hacer realidad a cada paso.

Nuestra pregunta es ¿quiénes son ellos para cambiar nada?; ¿quiénes son ellos para dirimir sobre lo que debemos o no hacer? Nadie, absolutamente nadie y el mejor ejemplo lo tienen en esas recientes elecciones de Cataluña donde su gran ninfa salió trasquilada, con el rabo entre las piernas como se suele decir. Afortunadamente vamos conociendo su pelaje y no nos engañarán otra vez.

Hemos visto el «éxito» que sus políticas económicas han ido haciendo mella en Venezuela, un país con una riqueza soberbia que se encuentra sumido no solo en la más absoluta miseria y quiebra total, sino también en la más profunda desesperanza de sus habitantes. Sin hablar del Irán, otro enclave que los financia, donde el pueblo muere en las calles exigiendo libertad. ¿Eso es lo que quieren para España?

Pero tal vez eso no sea lo más grave. Lo más grave es esa permanente obsesión de hacernos entrar por el aro al más rancio estilo dictatorial. Hay que pensar como ellos, ser como ellos y dar por bueno todo lo que pretenden son pena de ser tildados de fachas o de franquistas.

Su afán por cargarse las tradiciones no tiene parangón. El otro día era aquello de «la niña jesusa», pues una descerebrada adujo que nadie sabía a ciencia cierta el sexo del Niño Dios, ahora vuelven a la carga con los Reyes Magos y de esta suerte quieren convertirlos, por el arte del «birli birloque» en «reinas magas»; eso sin contar esa estupidez de que hay que cambiar el escudo de Sevilla porque en él aparecen dos figuras de varón o esa pandilla de botarates que cada 2 de enero salen a las calles de Granada a protestar por la tradicional celebración de la toma de Granada por los Reyes Católicos, al grito de genocidio; eso sí, jamás les escuchamos decir lo más mínimo sobre el gran genocidio, ese sí que lo fue, de sus amigos los bolcheviques. La estupidez, la maldad y la ignorancia no tienen límites en esta genta malvada y perversa.

Ellos se pueden permitir todos los lujos y nadie puede oponerse a sus canallescos designios para evitar ser señalado con el dedo cual vulgar inquisición de poca monta. Nadie puede criticar sus gestos ni acciones; ellos pueden hacer todo aquello que les venga en gana en ese afán, según dicen, de sanear la sociedad.

¿Pero quienes sois vosotros para cambiar nada?; ¿quiénes sois para tratar de cargaros nuestras tradiciones más arraigadas?; ¿quiénes sois para decirnos lo que está bien o mal hecho?

Nadie os dice que compartáis nada con nosotros. Ni la Navidad, ni los Reyes, ni nuestros Patrones y Patronas, ni nuestras tradiciones. Dejadnos en paz de una vez por todas y no tratéis con ese afán malsano de ocultar vuestras incompetencias manifiestas, vuestra incapacidad para hacer algo positivo en aquellas ciudades en las que mal gobernáis siempre apoyados por otros ya que en ninguna habéis logrado mayoría suficiente para gobernar. No os ocultéis tras esas caretas.

No hay más que ver las ciudades en las que detentáis el poder y compararlas con otras en las que no pintáis nada. Las vuestras, gracias a vuestra ideología sectaria y vuestra manifiesta incompetencia, están sucias, los barrios abandonados, no se acomete una obra, los jardines dejados de la mano de Dios, las calles están tristes. Toda la fuerza se os va en poner en práctica vuestra ideología sectaria con el fin de adoctrinarnos, con el fin de hacer que cambiemos nuestra tradiciones por esas otras marxistoides, totalmente superadas y pasadas de moda, que pretendéis imbuirnos. Lamentable.

Menos mal que os queda poco tiempo ya que a partir del 2019 España, los españoles, os barrerá del mapa; las elecciones pondrán a cada cual en su sitio y vosotros, totalmente amortizados, pasareis a ser un recuerdo oscuro, una marea negra, viscosa, que un día inundó nuestra ciudades y que tardamos cuatro años en limpiar.